miércoles, 16 de marzo de 2011

¿Me dejas que te la chupe?



El otro día haciendo zapping vi un dialogo de una película en la que comentaban unas mujeres sobre hacerle sexo oral a sus parejas. Unas decían que lo hacían como un favor, otras para conseguir que se lo hiciesen a ellas, en fin variedad de opiniones.
 La mía es que el favor siempre me lo hacen a mí. Es algo que me produce un placer inigualable, si acaso aderezado con cierta sensación de poder: Tenerla dentro de mi boca, saborearla, recorrerla con mi lengua, humedecerla con mi saliva, introducirla tan adentro que me haga saltar las lagrimas, que me falte la respiración …hasta hacerles explotar de gusto.
En general ver como disfruta otra persona con “mis quehaceres” me resulta mucho más placentero incluso que me lo hagan a mí.
Eso si, este vicio tiene una desventaja: nunca he conseguido depurar mi técnica de hacerles pajas…se me va la boca enseguida, como niño con un caramelo, y así no hay manera de aprender.
Referido al sexo oral, no cabe duda, que como bisexual que soy, me produce igual placer hacérselo a una mujer, aunque en este caso me gusta combinar ambas técnicas (manual y “lingüística”) especialmente en aquellas con cierta facilidad para derramarse sobre mi cara.
Muchos podrán pensar que generosa soy por anteponer el placer de los demás al mío propio, pero están muy equivocados: Es puro egoísmo: ¿Puede existir algo mejor que ver la cara de felicidad que se queda a la otra persona después de una buena “labor”? Es algo que me llena de pleno y porque no decirlo me engorda el ego. De hecho engorda tanto que se me acumula por todo el cuerpo de manera que cuando me miro el culo en el espejo me digo a mi misma ¡Pero que bien la chupo, coño!

Esta frase final me la inspiro alguien que me  mando la historia de “Sirena o Ballena”. Me ha encantado. Tanto que lo he adaptado para esta ocasión.

jueves, 10 de marzo de 2011

Que veinte años no es nada



Tal como dice el tango de Carlos Gardel, 20 años no es nada, de hecho a mi me parecen que han pasado en un soplo de brisa, pero no cabe duda también que es casi la mitad de mi vida, lo cual llevo sumergida en el a veces apasionante, a veces decepcionante pero siempre interesante mundo swinger.
Corría principios de la primavera del año 1991 cuando una jovencita con 21 años recién cumplidos , junto con su entonces novio, decidió llevar a cabo una de sus fantasías: Hacer un trío con otro chico. No era simplemente la primera vez que iba a estar con dos hombres a la vez, sino que seria el primer chico, a parte de su novio con el que estaría.
Lo primero fue conocernos en persona (el primer contacto fue a través de una revista y posterior carta). Nunca olvidare la espera en la estación de autobuses pensando quien seria y la grata sorpresa cuando se nos acerca un chico atractivo, alto, muy fuerte y con gafas que le daban un aspecto de lo más interesante. No es que le de importancia al físico, pero desde luego si este viene acompañado por una persona encantadora, a nadie le amarga un dulce. La agradable conversación después en un bar, las risas (es mi punto débil, me gusta la gente con sentido del humor), las insinuaciones…Todo eso hacia que desease que llegase el día en cuestión: convertir la fantasía del trío en realidad. Los días anteriores a dicho evento estaba muy nerviosa, más aun con el comentario de mi novio, de que debería ser yo quien diese el primer paso y llevase la voz cantante. Cuanto más se acercaba el día concertado, mayores eran mis nervios, hasta que me dije a mi misma que debería dejarme llevar, no planificar nada y que las cosas surgiesen por si mismas. En ese momento todas las angustias desaparecieron.
La fecha llegó por fin. Amaneció soleado, perfecto para el modelito que tenía en mente: camiseta semitransparente, falda de vuelo y medias con sus correspondientes ligueros y zapatos con taconcito (por entonces para mí si lo eran, aunque ahora gastando tacón de mas de 10 centímetros, aquellos me parecen ridículos). Alquilamos un piso por horas, compramos comida y celebramos un picnic en el apartamento. Acabados de comer, decidí poner en práctica lo que me había dicho mi novio: llevar yo la iniciativa. Así que levantando insinuantemente la falda, comente “inocentemente” que se nos había olvidado el postre, que si habían quedado con hambre podrían comerme a mí…Aunque la realidad es que la que más comí fui yo.
La tarde fue perfecta, me sentí como una diosa adorada por sus fieles, colmada de atenciones cargadas de lujuria y deseo. Es sensación me embriago y decidí no abandonar esas buenas costumbres nunca.
Así es que hoy en día, con una nueva (y muy mejorada) pareja seguimos inmersos en ese mundo, disfrutando juntos, compartiendo vicios. Habría muchos más tríos, cuartetos, orgías…pero eso son otras historias que deberán ser contadas en otra ocasión

jueves, 3 de marzo de 2011

No sacaré las cosas de contexto en vano



Escribir en un sitio publico como este,  a veces tiene el riesgo, si no se tiene el cuidado de investigar a fondo y no sacar fuera de su propio contexto, de hundirte en el lodo de los inconscientes.

Muchas serán las meteduras de pata que he de escribir, pues la mayoría de lo que aquí reflejo, además de vivencias, es producto de mis pensamientos, y dichas ideas pueden estar equivocadas o estar en desacuerdo con la mayoría; pero ninguna será tan profunda como referirme de manera errónea a hechos contrastados.

Menos mal que en este corto caminar que comenzó con este blog, gracias al cual he tenido la suerte de conocer a una persona que me corrige y me aconseja antes de hacer pública mi ignorancia y cual castigo de picota en tonel, ser la burla de todos.
Así que no me queda más remedio que entonar el mea culpa y agradecer a esa persona su aviso a tiempo.