sábado, 5 de febrero de 2011

El tamaño SI importa



¿Realmente el tamaño importa? Esa es la gran pregunta y habrá variedad de respuestas. Particularmente a mí las pollas me gustan grandes y gordas, sobre todo esto ultimo: muy gordas. Eso claro, siempre que se sepa usar y no se venga abajo, con el resto del hombre incluido, que hay muchas otras maneras de satisfacerme. Esto por desgracia me pasa bastante últimamente, han llegado a decirme que les doy miedo, que soy demasiada mujer (será por el volumen, digo yo). Eso a veces desespera, será lo mal acostumbrada que estoy en casa.
Pero volviendo a la anterior pregunta, ¿Realmente se folla más por calzar un aparato de proporciones desmesuradas? Mi experiencia me dice que no, sobre todo en el casos extremos como el que os voy a contar.

A pesar de llevar 20 años en el mundo swinger, no fue hasta hacer relativamente poco cuando empezamos a frecuentar locales de intercambio. El primero fue en Vigo, acompañados de nuestros anfitriones gallegos. En seguida una parejita empezó a lanzarnos miraditas y exhibirse ante nosotros. Al poco se dirigen a la pista oscura de baile a donde los seguimos y ahí comenzaron los rozamientos para acabar rápidamente en los tatamis de al lado, en penumbra igualmente. Cuando empecé a meterle mano y llegar al paquete ya pude comprobar la dimensión de lo que ahí guardaba era grandioso, pero no fue hasta que le baje los pantalones cuando vi asombrada lo que ese portugués albergaba entre las piernas, capaz de dejar “chiquito” al mismísimo Nacho Vidal. Realmente en toda mi vida nunca había visto algo tan grande y sobre todo tan gordo, que ni abriendo mi boca al máximo, conseguía a duras penas chuparle la parte del glande.
Tanto es así que en cierto momento mi chico me miró, a ver que tal lo estaba pasando, y en la semioscuridad del lugar se preguntó extrañado que hacia yo chupándole un brazo a ese chico.
Será por que una es muy puta, pero a pesar de asustarme un poco por su envergadura, no dude en que esa polla tenia que follarme como estaba mandado y al primer quiero follarte que me dijo (todo lo que hablamos, pues el resto que nos decíamos por las diferencias del idioma no lo entendíamos) me dispuse a ello. La primera embestida fue tremenda, pensaba que me desgarraba toda y que me iba a empalar, saliéndome por la boca. Tuve que buscar una postura más adecuada, a cuatro patas, para seguir disfrutando dicha enormidad. El chico empezó a azotarme el culo, resonando dichos azotes por encima de la música. Llegó a vaciarse el resto del local para hacer corrillo todo el mundo alrededor nuestro. Lástima lo enfrascada que estaba yo en el tema que no me enteré, pues me hubiese encantado comprobar que era observada por toda la gente, cual porno Star por un día.
Una vez finalizado el espectáculo, nos dirigimos al jacuzzi ahí pudimos verle de nuevo con otra chica. Parecía que todo iba bien hasta que la chica debió comprobar la magnitud que se ocultaba bajo el agua, y le faltó tiempo para poner pies en polvorosa.

Años después hablando con otras parejas que también habían estado en Vigo, comprobamos que la fama del de Oporto había traspasado fronteras, eso si, habían reaccionado igual que la rubia del jacuzzi, asustadas por sus proporciones.

Así pues ¿de que le servía tener ese regalo de la naturaleza, si apenas con alguna que otra zorra con mucho vicio la podía usar? Por eso afirmo rotundamente en el título que el tamaño SI importa.

Por cierto de aquel día solo me quedo mal sabor de boca por que no me la hubiese metido también en el culo. Habrá que volver por Vigo…

1 comentario:

  1. Je, buena historia, de cómo no siempre triunfa el vicio "grande". De hecho, conocí hace tiempo a una señorita que follaba con un negro, que la tenía tan descomunal de larga que follaba con una toalla enrollada en la base de la polla, para que no entrara hasta el final..!

    C2

    ResponderEliminar